miércoles, 12 de noviembre de 2008

Elegir

La mejor elección

Sabía que tras ese momento mi vida iba a cambiar para siempre.
Llevaba tiempo reflexionando, DÉCADAS!, estudiando los pros y contras y acumulando motivos de pro día a día, restando contras minuto a minuto.
Está decidido. Es el momento.
Necesito hacerlo, debo hacerlo y quiero hacerlo.
Se lo merece.
Se oye la puerta, es él, otra vez va pedo, se oyen sus pasos que vienen hacia aquí…
- Caaaaaaaaaaaaabrón! Hijo de putaaaaaaaaa!- cuchillo en mano le grité. Acto seguido le asesté 10 puñaladas.
Tenía otras alternativas, como huir de la ciudad, ir a un centro de mujeres maltratadas, irme a vivir a casa de mi único hijo, recién casado. Pero, sin duda, esta es la mejor elección.
SE LO MERECÍA ESE CABRÓN
Joaquina Benítez Romero
58 años
Celda 32
Cárcel de Picassent


El truco de elegir

Otra vez me ha vuelto a dejar aquí solo… traidora. Luego se pregunta porqué todos los días nada más levantarme rompo a llorar ¿No lo entiendes? ¡No quiero ir!
El médico dice que tengo “mamitis” (espero que eso no duela mucho) y que se me pasará en un par de semanas. No tiene ni idea.
Un día más estoy sentado en mi mesa. Me encanta pintar sin salirme de la raya, me relaja. Siento que el tiempo se para y sólo estamos yo y mi elefante morado. Sin problemas, sin preocupaciones, sin….
¡¡¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING!!!
Maldición, el timbre del recreo. Siempre tan puntual el condenado ¿Es que nunca se le puede olvidar sonar? No quiero salir.
Sin saber muy bien cómo estoy en el patio, en una fila. Ha llegado la hora y antes de que empiece sé cómo va acabar.
“Pares”, “Nones”,“Una, dos y tres”
Todo en esta vida se reduce a elecciones: piedra, papel o tijera; el power ranger rojo o el blanco, el que la liga y el que se esconde… pero no hay peor elección que la que sabes que va a marcar tu destino para el resto de tu vida.
“Elijo a Juan”, “Yo a Pedro”…
¿Voy a ser un perdedor el resto de mi vida? ¿Por qué siempre tengo que ser el último mono? ¿A casos soy yo el que siempre va a recibir los balonazos?
“Ivan, conmigo” “Elijo a Carlos”
Me niego, me niego a que esta gente sea la que marque mi destino ¿Por qué siempre eligen ellos? ¿Quién les ha dado ese poder?
“Luis… ¡Eh Luis!.. Que vienes conmigo”
No voy a jugar.
“No, yo no juego”
Mejor me voy con las chicas, pues aunque son igual de mandonas que los otros, no van a tener más remedio que elegirme a mi el primero para jugar a “Papás y mamás”.
Y es que el truco no está en la elección, sino en saber jugar bien tus cartas.


¿Cómo quedamos?

- ¿Qué prefieres?
- ¿Qué?
- ¿Que qué prefieres? ¿Quieres que nos veamos un rato hoy o lo dejamos para la semana que viene?

Me había llamado… ¡me había llamado! Estaba al otro lado del teléfono, podía escucharle, me preguntaba qué quería hacer, sólo tenía que elegir. “El día, hoy, por supuesto. La hora, ya. El sitio, donde sea.”
Había muchas cosas que elegir, pero yo ya había elegido la más importante, había elegido que todo esto me importara. También había decidido hacer como si no fuera así.

- Pufff… pues no sé. Hoy puedo sacar un rato, sí. La semana que viene no sé como la tengo.

“Hoy a las 7 me viene perfecto”. “Ya sé lo que me voy a poner, ese vaquero que me hace tan buen culo”. “La camiseta de rayas seguro que le encanta…”

- ¡Qué difícil es quedar contigo! Si no te viene bien será mejor que lo dejemos para otro día…

“¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Me viene perfecto! Puedo quedar cuando quieras, donde quieras, para hacer lo que tú quieras… Yo sólo quiero verte otra vez y repetir ese beso bajo la lluvia…”

- Bueno, si prefieres eso, te llamo mañana.

Había elegido que me importara, pero también había elegido la estrategia incorrecta. Hay veces que conviene dejar de pensar tanto y que la vida sea quien nos lleve. Cuando colgamos, la desolación llegó a ambas líneas del teléfono.
Gaia

Cuando eligió morir por ella no sabía exactamente lo que hacía. Hundió la daga en lo más profundo de sus entrañas, desgarrando la carne, la risa, los montes y la Luna.Siguió hundiéndola tan lentamente que creyó ser testigo de erupciones y riadas, de tormentas y maremotos, de guerras y de paces.Pero ni aún y así se detuvo.
Ella lo merecía y ya no podía parar. Así lo había elegido y así debía de ser. Ella, apesadumbrada, miraba desde el otro lado del mundo. No lo podía creer, pues nunca deseó mal a nadie. Pero no le importó, otros vendrían después. Ya había pasado más veces.
Ninguna estúpida raza ni civilización había conseguido que la Tierra cambiara de parecer. Pero siempre habían pensado ser los elegidos para morir por ella.
Te me fuiste
Te me fuiste como se va el color en las aceras que dejan las hojas del otoño.
Me vi por los pasillos con una botella colgada del cinturón. Toqué la puerta a golpes que nadie respondía. Me veía desde fuera como en los sueños y dejaba un reguero de alcohol a mi paso mientras gritaba y cantaba, bailando con la botella.
No respondías en las puertas del estrecho pasillo y desde fuera varias luces me deslumbraron y me caí al suelo.
Me vi ahí tirada, riendo todavía y pensando: yo no había elegido esto.

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